El Dinero del negocio: ¿Dónde está?

El dinero del negocio


El Dinero del negocio: ¿Dónde está?

El Dinero del negocio: ¿Dónde está? Pregunta que se hacen, con mucha frecuencia, los emprendedores.

La respuesta, en la mayoría de los casos, es: invertido en el negocio.

No todas las Inversiones son buenas

Con frecuencia, relacionamos el término Inversión con la adquisición de bienes de larga duración, sin embargo, esto no siempre es así.

Por Inversión debemos entender el desembolso de dinero que recuperaremos en el futuro con algo más, con un plus (el beneficio), que permita compensar el sacrificio y riesgo que hemos asumido al desprendernos de dinero.

El término futuro, según la RAE, se refiere a “que está por venir y ha de suceder con el tiempo”.

Cuando invertimos en un bien de larga duración, lo hacemos conscientes de que tiene que transcurrir bastante tiempo (años) para recuperar el dinero.

El dinero está por venir y ha de suceder con el tiempo, como diría la RAE.

Sin embargo, cuando invertimos comprando género, lo hacemos pensando que tiene que transcurrir poco tiempo para recuperarlo. Lo cual, así debería ser, pero en muchas ocasiones no lo es.

El Dinero se estanca en la Explotación

Cuando invertimos en un bien de larga duración, el dinero se recuperará a lo largo del tiempo a través de los precios de venta del género vendido que cobraremos a los clientes.

Para ello, los precios de venta deben cubrir las amortizaciones de los bienes de larga duración.

Pero, ¿qué pasa cuando el género no es vendido?.

¡Que el dinero se estanca!

Ni recuperamos las inversiones efectuadas en bienes de larga duración, ni recuperamos el dinero invertido en el género, ni generamos el plus.

Esto es lo que sucede cuando adquirimos género por encima de lo necesario para atender la demanda. En otras palabras, cuando el negocio genera stock de género.

El stock de género implica invertir en espacio para poder almacenarlo; en software para poder gestionarlo; en seguros para cubrir siniestros; en medias de seguridad para su salvaguarda; asumir riesgos de obsolescencia, y un largo etcétera.

Luego, almacenar género no sólo provoca estancar el dinero que se ha desembolsado en su adquisición, sino, además, estancar el dinero que conlleva su existencia.

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